domingo, 13 de julio de 2014

Epicuro para la vida cotidiana (1ª parte)



EPICURO (1) Disfrutar con intensidad de las pequeñas cosas

Epicuro es un filósofo que nació en el año 342 a. C. en la isla de Samos y que fundó en Atenas el llamado “Jardín” de Epicuro. Una comunidad de amigos formada por hombres, mujeres, esclavos y ancianos que acudían al Jardín a escuchar al maestro y a dialogar con él para descubrir en qué consistía la felicidad y en busca de un espacio de paz y de sosiego frente a una situación de crisis económico-social y moral. Salvando las distancias, se encontraban en una situación similar a la actual. Después de la muerte de Alejandro, las frecuentes luchas de poder, la pobreza y la poca credibilidad de la política y la democracia ateniense conducen a una situación de desorientación y de miedo al ciudadano de la época.
Epicuro promueve un concepto de felicidad que consiste en la moderación del placer y el conocimiento de los límites. En una carta enviada por el maestro a un discípulo podemos entender la esencia de su pensamiento: “Envíame un tarrito de queso, para que pueda darme un festín de lujo cuando quiera”.
Un buen consejo que podemos extraer en esta primera aproximación a Epicuro. Disfruta con gran intensidad de las pequeñas cosas, pues, en ellas reside tu felicidad y no te excedas, ya que de este modo, encontrarás la infelicidad.



Epicuro (2) El argumento filosófico como alivio de la desdicha humana

Epicuro escribió: “Vacío es el argumento de aquel filósofo que no permite curar ningún sufrimiento humano. Pues de la misma manera que de nada sirve un arte médico que no erradique la enfermedad de los cuerpos, tampoco hay utilidad ninguna en la filosofía si no erradica el sufrimiento del alma”.

 
Epicuro (3) Todos podemos filosofar

En la antigüedad era común que un aprendiz escribiese a su maestro, consultándole sobre sus miedos y preocupaciones. Así, escribir cartas es una buena manera de emprenderse en esa tarea que busca la filosofía, que es la de la aspiración al conocimiento y la de despojarnos del miedo y las perturbaciones que se basan en pensamientos y creencias erróneas. Pero, ¿Quién puede filosofar?
Epicuro, escribe en la Carta a Meneceo, una serie de indicaciones a Meneceo que le permitan vivir feliz y sin temores.  Le explica que todos podemos filosofar y que ésta es la forma de alcanzar la felicidad.
 
Nadie por ser joven dude en filosofar ni por ser viejo de filosofar se hastíe. Pues nadie es joven o viejo para la salud de su alma. El que dice que aún no es edad de filosofar o que la edad ya pasó es como el que dice que aún no ha llegado o que ya pasó el momento oportuno para la felicidad. De modo que deben filosofar tanto el joven como el viejo. Éste para que, aunque viejo, rejuvenezca en bienes por el recuerdo gozoso del pasado, aquél para que sea joven y viejo a un tiempo por su impavidez en el futuro. Necesario, es, pues meditar lo que procura la felicidad, si cuando está presente todo lo tenemos y, cuando nos falta, todo lo hacemos por poseerla.



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